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viernes, 12 de octubre de 2012

NOS FALTA ANDAR BASTANTE: las movilizaciones y la Escuela (La Revo - INAP)


Dicen que los mayores atributos de un revolucionario son su consecuencia y auto-crítica… Así, hoy hablar de la lucha estudiantil nos obliga a destacar sus límites y desafíos. Este 2012 hubo al menos 3 grandes sitiales que referenciaron nuestra fuerza, y propiciaron, como les anticipamos desde ya, un cierre de la coyuntura nacional: 

El primero se vincula al contenido ¿de qué estaban hechas nuestras demandas? A la hora de la elaboración de petitorios quedó mucho más clara la capacidad de confeccionar un collage que una plataforma desde la cual pelear, pues, aún pensándolos como objetivos, sólo propiciaron la discusión de la forma en la que se les conseguía, ¿sería la masividad la respuesta, negociación en el parlamento, o el lobby con la oposición? En realidad, cuando nuestro foco está puesto en levantar la educación para una nueva sociedad y, por tanto, tener coherencia con un proyecto popular, los medios quedan más definidos: la disputa debía ser con el Ejecutivo en una lucha confrontacional, sin confundirnos con el posicionamiento a través del lobby. Esta lucha debe sustentarse en la fuerza de nuestros proyectos y en el crecimiento de la alternativa estudiantil y no en la negación de las acciones del gobierno. Con lo anterior, el avance en dos ejes: fin de mercado educativo en todos sus ámbitos y fortalecimiento del sistema estatal; cumple con el objetivo de desalojar, al menos en parte, la posibilidad de apropiación privada del conocimiento, que es algo mucho más radical debido a sus consecuencias, que la exigencia mezquina de demandas en la medida de lo posible.

Lo segundo hace mención a la pasividad del CONFECH frente a una actitud aletargada, aunque siempre sincera, de las bases movilizadas. Las irregulares convocatorias, y la imposibilidad de activar a sus propias universidades hizo del CONFECH un espacio de poca reflexión acerca de cómo avanzar y solo asumió como un momento más la pasividad del escenario, en esos momentos se le fue la vida. La iniciativa siempre activa del Gobierno pasó a la delantera y terminó recuperando el terreno perdido, en alguna medida, por la falta de respuesta y nulo ejercicio de diálogo. Al alero de esto, y mucho más preocupante, está la construcción de un movimiento estudiantil que aún no supera la mera iniciativa dirigencial. Hoy es claro que la pasividad es generalizada, nos quedamos sin iniciativa y ganas– en lo concreto, pues no nos sirve como indicador la difusión virtual –y sólo se pretende marcar una serie de hitos disminuyendo contenido en función de las posibilidades de una ganancia concreta.

¡Hay que sacar lecciones!
Sin embargo, la lucha que damos se asienta en lo cotidiano, por eso mismo, debemos avanzar en claridades, asumiendo la reflexividad necesaria en nuestra Escuela. Por un lado, cualquiera sea la lectura que tengamos de la coyuntura, no podemos considerar como justificada la necesidad de una “ganada concreta”, aunque ésta sea mínima, dado que olvida un principio básico que debemos anteponer: no toda ganancia a nivel reivindicativo es avanzar. En un campo de disputa, cualquier ganancia que obtenga uno, el otro la interpretará como una pérdida, por lo tanto, avanzar significa: acumulación para el movimiento y retroceso del enemigo.
Siempre será importante avanzar en reformas y cambios parciales, pero en la medida en que supongan una coherencia con horizontes transformadores, que no quepan en los marcos del modelo, donde el centro sea la educación que el pueblo requiera y no se agoten en sí mismas.

Pero de lleno, ¿qué pasa en nuestra Escuela? Asambleas vacías, poca movilidad y ganas de trabajar. En ese marco no sólo podemos responsabilizar a factores ajenos, sino cuestionar la incoherente actividad de pelear año a año por Infraestructura para mejorar nuestras condiciones de estudio y tomar de forma ligera y sin compromiso la lucha estudiantil en lo nacional. Toda actividad que realicemos se vuelve un puro ritual, cual votación sin discusión, en la medida en que no se vayan incorporando compañeros al debate y la acción. El primer objetivo que debimos trazar a partir del 2011 debió ser consecuente con lo que estábamos peleando y formar bases sólidas y puestas al servicio de la labor política.

En un comienzo hablamos de 3 sitiales, el tercero es el que nos pasa a preocupar en lo inmediato. A contrapelo de la realidad del movimiento estudiantil, el Gobierno decide pasar de lleno a la ofensiva[1]: Con una agenda que se mueve silenciosamente va generando los cimientos y los acuerdos suficientes para impulsar una restructuración del sistema de educación superior en 3 ejes principales: disminución aranceles de referencia entre un 30% y un 60%, por ende, las becas cubrirían mucho menos (financiamiento estudiantil); acortamiento de carreras según rentabilidad y diversificación de la oferta de posgrados y postítulos, y; reformas curriculares en los planteles educacionales de avanzada, como La Chile.

Aun cuando en lo nacional la coyuntura se encuentra cerrada, y las posibilidades de revertir la situación son escasas por la animosidad de nuestros compañeros en la propia Universidad, esto nos exige no callar frente a los problemas que nos impactan en lo cotidiano, que no son sino el correlato particular de la agenda del modelo. Hoy, cuando construimos a pequeños pasos en la lucha una educación de calidad igualitaria para todos, estos temas tratados de localistas (edificio de INAP) también deben ser atendidos con mayor empuje a nivel transversal. Como estudiantes debemos dar un paso adelante, haciendo palpable un plan de lucha también para nuestra Universidad, que dispute el proyecto de Universidad, que comprenda al estudiante en su pluralidad y posibilidad de desarrollar herramientas concretas para su pueblo y no solo como reproductor de ideas ajenas.




LA ÚNICA LUCHA QUE SE PIERDE ES LA QUE SE ABANDONA… ¡NUNCA DESCANSES PUES NOS FALTA ANDAR BASTANTE!

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