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sábado, 18 de agosto de 2012

¿Moderar o disputar? Los horizontes políticos en el escenario actual

A dos semanas de la primera marcha convocada activamente por la CONFECH, saldremos nuevamente a la calle bajo la consigna “Con un pueblo que camina hacia adelante, y un gobierno que camina para atrás”. Luego de una semana donde las facultades e institutos, de forma descoordinada y muchas veces difusa, dieron discusiones en el marco de una supuesta Jornada de Discusión Nacional, se va haciendo evidente un clima de desorientación y pasividad en nuestros espacios ante el escenario nacional. Muchos nos preguntamos ¿Hacia dónde quiere ir la CONFECH? ¿Por qué estamos peleando?


En este escenario el Gobierno ya tomó la iniciativa, presentando propuestas (CAE, Reforma Tributaria) que en ningún caso debieron sorprendernos, puesto que ya habían sido anunciadas por los centros de pensamiento neoliberales más connotados. Tampoco debía sorprendernos que con ello buscaran, además de profundizar y perfeccionar el modelo, tranquilizar al movimiento y sellando debates (por ejemplo, en torno a la gratuidad). Lo que sí debe sorprendernos es que las vocerías del CONFECH llamen a esto un “avance”, un “logro de la movilización”. ¿Acaso nos movilizamos para viabilizar las reformas que el Gobierno ya tenía contempladas?

A varios meses de haber empezado a cambiar las directivas de las Federaciones y más allá del discurseo en la prensa ¿qué hemos hecho este 2012? Un documento de balance y proyecciones cuya centralidad era salir en los medios antes que generar algún impacto en el propio movimiento, una supuesta Jornada de Discusión Nacional que nuevamente tuvo más impacto mediático que real y dos marchas previas al 21 de Mayo.

Ni en la Federación ni el CONFECH están siendo hoy agentes dinamizadores ni propositivos, al contrario, se contiene la radicalidad del movimiento tanto en lo discursivo (poniendo el acento en demandas puntuales y progresistas que el modelo podría resolver sin cambiar su lógica, como el endeudamiento) como en la acción práctica (donde las marchas han perdido su sentido de “protesta” y han ido perfilándose como “eventos” o “carretes” después de una procesión cada vez más lejos de la Alameda).

Como estudiantes no podemos quedarnos tranquilos viendo como el estancamiento por arriba permea nuestras asambleas y movilizaciones. Pongamos por encima la iniciativa y el debate, desde la base y entre todos disputemos activamente una línea de conducción hacia la FECH y la CONFECH. Es momento que los estudiantes se sacudan de las discusiones inoperantes, y que definan cuáles son los pilares del modelo que queremos atacar y cuáles serán los que sostendrán la educación que queremos construir. Hagamos de la protesta un espacio de aprendizaje y pongamos sobre la mesa demandas que ningún gobierno oportunista sea capaz de resolver.


ALGUNOS ELEMENTOS PARA EL DEBATE


 - El 2012, como segundo año consecutivo de movilizaciones y en contexto electoral, debe apostar a instalar reivindicaciones que sobrepasen las limitadas demandas actuales y que den cuenta de qiue conocimiento – como principal producto de la universiad - no puede desarrollarse en un sistema educativo donde el mercado permea todas las relaciones. La lucha por la educación es una lucha popular si se enmarca en el objetivo de enfrentar el modelo político-económico imperante, esto es, si se constituye como un aporte a la construcción de una nueva sociedad. Plantearse simplemente la regulación del mercado bajo las consignas de la “hegemonía de lo público” o el “control del lucro en lo privado” es claudicar frente a esta tarea.

 - El 2012 es también el año donde podemos instalar que luchamos por una educación que esté fuera de toda acumulación y circuitos de explotación de nuestras familias. Es un proyecto que supone la eliminación de todo negocio en torno a la educación, no sólo en cuanto a las deudas y aranceles de sus estudiantes, sino también en torno al paradero del conocimiento producido (propiedad) y al carácter de nuestra formación. Así, de cada lucha saldremos con ganas de seguir fortalecidos por la experiencia, pero nunca conformes con los marcos del modelo actual.

 - Todo lo anterior se levanta sobre la base de que la Universidad y el sistema educativo en su conjunto es un espacio a disputar desde el cual podemos aportar en la construcción de un proyecto político revolucionario nacional, donde los estudiantes pueden desenvolverse como sujetos políticos, concretamente como brazo estudiantil del pueblo. Por ello cuando hablamos de articulación, nos referiremos por una parte al trabajo conjunto y planificado a nivel territorial con otros estudiantes (secundarios, de privadas, CFTs, IPs y otras Ues) y por otra a la generación de un proyecto educativo universitario de carácter popular, del mismo modo que, por ejemplo, lo harán los secundarios y profesores desde sus trincheras. La confluencia se da sobre todo, por la capacidad que tiene cada actor de confluir en una lucha común.

 - Finalmente, asumimos que la tarea ineludible es desarrollar, hacer crecer y recomponer al movimiento estudiantil como un actor en el escenario nacional. Estamos aprendiendo al calor de la organización y movilización las capacidades necesarias para peleas cada vez mayores. Es por eso que, sobre todo en un año de elecciones, no podemos dedicarnos a seguir los caminos de la institucionalidad, dejando que sea ésta la que marque nuestra agenda y nos tenga esperando el 21 de Mayo como si no supiéramos qué va a pasar, discutiendo la minucia técnica de las propuestas que el gobierno nos pone sobre la mesa, o paseando a nuestros dirigentes por las comisiones del senado intentado “detener”, por medio del lobby y las negociaciones “del movimiento social”. Llamamos a marcar nuestra propia agenda como movimiento, sin perdernos en el campo de acción de los que hoy ostentan el poder.

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